Por: Mario Posada García-Peña, Rector de la Universidad de América.
En Colombia, la educación superior enfrenta un desafío crucial: la desconexión entre las carreras que los jóvenes eligen y las necesidades del mercado laboral. Mientras la oferta académica sigue apostando por disciplinas tradicionales, sectores estratégicos como la tecnología, la ingeniería y la automatización demandan profesionales que no estamos formando en cantidad suficiente. Esta brecha no solo impacta las oportunidades de empleo de nuestros egresados, sino que también frena el desarrollo del país.
La realidad es clara: cada año, miles de jóvenes se gradúan en carreras con alta saturación y baja demanda, mientras que áreas clave para la innovación y el crecimiento nacional enfrentan un déficit de talento. Según un informe de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (ANIF), disciplinas como la ingeniería de software, la inteligencia artificial, la automatización industrial y la arquitectura sostenible son algunas de las más prometedoras en términos de empleabilidad.
Un dato preocupante es que, según la Encuesta Pulso Social del DANE, el 45% de las personas activas laboralmente en Colombia no trabaja en el área en la que se formó. Esta desconexión evidencia la necesidad de alinear la oferta educativa con las demandas reales del mercado laboral. Además, se proyecta que para el año 2025, Colombia necesitará más de 162.000 profesionales en áreas relacionadas con las Tecnologías de la Información (TI). Actualmente, la brecha de talento humano en TI es de aproximadamente 70.000 empleos, lo que indica una urgencia en la formación de profesionales en este sector.
Como rector de una institución comprometida con la formación de profesionales que el país y el mundo necesitan, considero que es momento de repensar nuestro modelo educativo. No podemos seguir ofreciendo carreras sin evaluar su impacto en la inserción laboral. Debemos orientar mejor a los estudiantes, actualizar nuestros planes de estudio y fomentar el acceso a programas con alta proyección.
Carreras como la Ingeniería Química, la Ingeniería Mecánica, la Economía con énfasis en análisis de datos y los Negocios Internacionales con enfoque en mercados emergentes son apuestas seguras para el futuro. Pero para que más jóvenes elijan estos caminos, las universidades debemos facilitarles el acceso con incentivos económicos, con modelos híbridos y adaptados a las demandas del sector real.
Nuestra responsabilidad como académicos y formadores es clara: cerrar la brecha entre educación y empleo no es solo una necesidad, es un deber. Si queremos territorios cada vez más competitivos y un país con mayores oportunidades para las nuevas generaciones, debemos asegurarnos de que la educación superior sea un verdadero puente hacia el desarrollo profesional y no un laberinto de títulos sin oportunidades.
Es hora de actuar.
Foto: Graduandos de Posgrado / Cortesía Dirección de Comunicaciones UAmérica.
